miércoles, 10 de mayo de 2023

ACERCA DE LOS “POBRECITOS” DEL COLEGIO JUAN XXIII


 

Dad al Cesar lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios Mateo (22, 15-21)

 

Recuerdo varios días en los que nos quedábamos parados en fila por largas horas, esperando que alguien acepte haber alzado algo que no les pertenecía, como jaboncillos, lapiceros, algo de dinero, alguna chuchería; horas y horas de espera agónica hasta que el o los culpables lo reconozcan. Lo interesante es que casi siempre se encontraba al responsable.

Recuerdo varios fines de semana haberme quedado sin poder salir a pasear, porque tenía la obligación de cumplir un determinado número horas de estudio por tener un promedio bajo en rendimiento académico de algunas asignaturas.

Recuerdo los campamentos, semanas íntegras de pura diversión y aventura, fuera de las responsabilidades de estudiar o trabajar. Aunque obviamente sin el lujo de tener cocineros para que nos hagan la comida y tener la responsabilidad de hacerlo nosotros para nosotros, todos responsables de todos, algunos recogiendo leña, algunos organizando los juegos, otros realizando la limpieza de la zona del campamento. Había días gloriosos que algunos grupos nos deleitaban con riquísimas comidas y otras todo un desastre teniendo que comer con sabor a quemado.

Imposible olvidar los clubs, no eran clases de formación regular, pero todo estudiante que pasó por el Colegio Internado Juan XXIII pasó por muchos clubs, natación, volibol, basquetbol, beisbol, kárate, ajedrez, teatro, música, etc. uno podía aprender prácticamente de todo…

Aquellos que tuvieron el lujo de visitar la biblioteca que tenía el Juancho, exclamaron que era una de las mejores bibliotecas del país, autores de lujo, gran variedad. Todos los estudiantes que pasaron por las aulas del juanchos tuvieron el placer de leer mínimamente dos libros por semana, no cuentos, libros con más de 150 páginas… cómo olvidar aquellos libros tan solicitados como El de Cameron, El perfume, Demian, El Ecce Homo, Así habló Satratustra, Los Olvidados… etc. al revisar cada recuerdo no hay espacio para mencionar todos los libros que leímos. Obviamente no faltaban los libros de rigor para cumplir las tareas de las asignaturas clásicas… teníamos una gran variedad de enciclopedias y demás libros de rigor.

Llegar al colegio Internado Juan XXIII, no era producto de la casualidad, era el resultado de la genialidad de todos los que lograron aprobar el examen de admisión, aquellos exámenes eran pruebas psicotécnicas que medían la inteligencia general, personalidad y conocimiento general. Dichas pruebas, en aquella época, no eran usadas por las universidades. Con certeza que todo aquel que aprobaba para ser parte del Juancho, hoy en día pudieran aprobar las pruebas psicotécnicas que ahora toman las universidades en Bolivia. Ese era el nivel de todos esos jóvenes que lograban ingresar al colegio. Accedían al examen solo aquellos estudiantes con los mejores promedios de su curso.





En el Juancho jamás nos impusieron la religión católica, tenías la libertad de declararte ateo, por sus aulas pasaron personas protestantes, etc. teníamos la libertad de ser parte o no. Las eucaristías que se celebraban eran apasionadas para conquistar y no obligar.

Las estrategias pedagógicas usadas fueron muchas, si se pudiera sintetizar en un modelo en concreto, se pudiera indicar que se usó un modelo pedagógico de la libertad y responsabilidad. Salir de casa, enfrentarte al mundo, aprender a tomar tus decisiones, asumir la responsabilidad de tu vida, tener la oportunidad de definir si aquella experiencia era lo que deseabas para tu vida y expresarla a tus padres, tener la libertad de ir a la eucaristía o no, tener la libertad de salirte del colegio o no, todo bajo tu responsabilidad. Lo delimitaría como una pedagogía de la esperanza, aquella que te otorgaba la posibilidad de soñar y enfocar tu vida, construir lo que desees para ti.

 

Se puede disgregar que se usaron muchos más modelos como el de la pedagogía del compromiso, teníamos claro que debíamos volver a nuestras comunidades, a nuestro pueblo, tu gente para poder mejorarlo; Se usó un modelo pedagógico de estudio – trabajo, aquel que te impulsaba a saber que debíamos valernos por nosotros mismos a partir de nuestro trabajo para seguir educándonos; Se usó un modelo pedagógico Naturalista; Se aplicó modelos pedagógicos libertarios, con tintes de teología de la liberación, donde el reino de Dios estaba en la tierra y no en el cielo, Se usó un modelo pedagógico crítico; además de muchos más. No por nada el que fuera Ministro de Educación Enrique Ipiña, pasaba muchos días en el Juancho, aprendiendo de él, para luego se use muchas de las estrategias que empleaban el colegio, en todo el sistema educativo del país, logrado a través de la Ley 1565

 

Dad al César lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios; aquellas personas que fueron víctimas tenían y tienen todo el derecho de reclamar justicia; es justo que se reclame que todas las donaciones recibidas del extranjero a nombre de los jóvenes que pasaron por el colegio no sirvan para el lucro de la iglesia; es justo que se exija justicia contra todo atropello físico y verbal que se recibió en el colegio y es justo reclamar cualquier aspecto que fuera correcto.

No se puede, nadie tiene el derecho de menospreciar a todos lo que pasamos por el colegio como los “pobrecitos” no lo fuimos, si nuestra situación económica era magra (no de todos), no implica que todos éramos los mejores de nuestras comunidades. Nadie puede negar que el aporte del Juancho a Bolivia es grande, donde hay un Juancho se transforma, se lucha por mejorar.

La educación a nivel mundial es considerada una inversión a largo plazo. El Juancho me enseñó que la educación es un deber, una obligación realizarla, no se nos educó para ser máquinas que deban producir y generar excedente que devuelva la inversión realizada (porque eso es una inversión). La educación es formar una comunidad, una familia, personas íntegras, Soy un convencido que mucho de ello se logró. El Colegio fueron los sacerdotes Enrique, Pedro, Alfonso, Carlos, otros sacerdotes, Voluntarios, Exalumnos y cada uno de los que ingresaron al colegio, cada uno puso su sello personal en la construcción de lo que conocimos como Colegio Internado Juan XXIII.

Que se juzguen los delitos de todos, pero también que se juzguen los aciertos.


Macedonio Aranibar N

Cbba mayo de 2023

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