Dad al Cesar lo
que es del César y dad a Dios lo que es de Dios Mateo (22, 15-21)
Recuerdo
varios días en los que nos quedábamos parados en fila por largas horas,
esperando que alguien acepte haber alzado algo que no les pertenecía, como
jaboncillos, lapiceros, algo de dinero, alguna chuchería; horas y horas de
espera agónica hasta que el o los culpables lo reconozcan. Lo interesante es
que casi siempre se encontraba al responsable.
Recuerdo
varios fines de semana haberme quedado sin poder salir a pasear, porque tenía
la obligación de cumplir un determinado número horas de estudio por tener un
promedio bajo en rendimiento académico de algunas asignaturas.
Recuerdo
los campamentos, semanas íntegras de pura diversión y aventura, fuera de las
responsabilidades de estudiar o trabajar. Aunque obviamente sin el lujo de
tener cocineros para que nos hagan la comida y tener la responsabilidad de
hacerlo nosotros para nosotros, todos responsables de todos, algunos recogiendo
leña, algunos organizando los juegos, otros realizando la limpieza de la zona
del campamento. Había días gloriosos que algunos grupos nos deleitaban con
riquísimas comidas y otras todo un desastre teniendo que comer con sabor a
quemado.
Imposible
olvidar los clubs, no eran clases de formación regular, pero todo estudiante
que pasó por el Colegio Internado Juan XXIII pasó por muchos clubs, natación,
volibol, basquetbol, beisbol, kárate, ajedrez, teatro, música, etc. uno podía
aprender prácticamente de todo…
Aquellos
que tuvieron el lujo de visitar la biblioteca que tenía el Juancho, exclamaron
que era una de las mejores bibliotecas del país, autores de lujo, gran
variedad. Todos los estudiantes que pasaron por las aulas del juanchos tuvieron
el placer de leer mínimamente dos libros por semana, no cuentos, libros con más
de 150 páginas… cómo olvidar aquellos libros tan solicitados como El de
Cameron, El perfume, Demian, El Ecce Homo, Así habló Satratustra, Los
Olvidados… etc. al revisar cada recuerdo no hay espacio para mencionar todos
los libros que leímos. Obviamente no faltaban los libros de rigor para cumplir
las tareas de las asignaturas clásicas… teníamos una gran variedad de
enciclopedias y demás libros de rigor.
Llegar
al colegio Internado Juan XXIII, no era producto de la casualidad, era el
resultado de la genialidad de todos los que lograron aprobar el examen de
admisión, aquellos exámenes eran pruebas psicotécnicas que medían la
inteligencia general, personalidad y conocimiento general. Dichas pruebas, en
aquella época, no eran usadas por las universidades. Con certeza que todo aquel
que aprobaba para ser parte del Juancho, hoy en día pudieran aprobar las
pruebas psicotécnicas que ahora toman las universidades en Bolivia. Ese era el
nivel de todos esos jóvenes que lograban ingresar al colegio. Accedían al
examen solo aquellos estudiantes con los mejores promedios de su curso.
En
el Juancho jamás nos impusieron la religión católica, tenías la libertad de
declararte ateo, por sus aulas pasaron personas protestantes, etc. teníamos la
libertad de ser parte o no. Las eucaristías que se celebraban eran apasionadas para
conquistar y no obligar.
Las
estrategias pedagógicas usadas fueron muchas, si se pudiera sintetizar en un
modelo en concreto, se pudiera indicar que se usó un modelo pedagógico de la
libertad y responsabilidad. Salir de casa, enfrentarte al mundo, aprender a
tomar tus decisiones, asumir la responsabilidad de tu vida, tener la
oportunidad de definir si aquella experiencia era lo que deseabas para tu vida
y expresarla a tus padres, tener la libertad de ir a la eucaristía o no, tener
la libertad de salirte del colegio o no, todo bajo tu responsabilidad. Lo delimitaría
como una pedagogía de la esperanza, aquella que te otorgaba la posibilidad de
soñar y enfocar tu vida, construir lo que desees para ti.
Se
puede disgregar que se usaron muchos más modelos como el de la pedagogía del
compromiso, teníamos claro que debíamos volver a nuestras comunidades, a
nuestro pueblo, tu gente para poder mejorarlo; Se usó un modelo pedagógico de
estudio – trabajo, aquel que te impulsaba a saber que debíamos valernos por
nosotros mismos a partir de nuestro trabajo para seguir educándonos; Se usó un
modelo pedagógico Naturalista; Se aplicó modelos pedagógicos libertarios, con
tintes de teología de la liberación, donde el reino de Dios estaba en la tierra
y no en el cielo, Se usó un modelo pedagógico crítico; además de muchos más. No
por nada el que fuera Ministro de Educación Enrique Ipiña, pasaba muchos días
en el Juancho, aprendiendo de él, para luego se use muchas de las estrategias
que empleaban el colegio, en todo el sistema educativo del país, logrado a
través de la Ley 1565
Dad
al César lo que es del César y dad a Dios lo que es de Dios; aquellas personas
que fueron víctimas tenían y tienen todo el derecho de reclamar justicia; es
justo que se reclame que todas las donaciones recibidas del extranjero a nombre
de los jóvenes que pasaron por el colegio no sirvan para el lucro de la iglesia;
es justo que se exija justicia contra todo atropello físico y verbal que se
recibió en el colegio y es justo reclamar cualquier aspecto que fuera correcto.
No
se puede, nadie tiene el derecho de menospreciar a todos lo que pasamos por el
colegio como los “pobrecitos” no lo fuimos, si nuestra situación económica era
magra (no de todos), no implica que todos éramos los mejores de nuestras comunidades.
Nadie puede negar que el aporte del Juancho a Bolivia es grande, donde hay un
Juancho se transforma, se lucha por mejorar.
La
educación a nivel mundial es considerada una inversión a largo plazo. El
Juancho me enseñó que la educación es un deber, una obligación realizarla, no
se nos educó para ser máquinas que deban producir y generar excedente que devuelva
la inversión realizada (porque eso es una inversión). La educación es formar
una comunidad, una familia, personas íntegras, Soy un convencido que
mucho de ello se logró. El Colegio fueron los sacerdotes Enrique, Pedro, Alfonso,
Carlos, otros sacerdotes, Voluntarios, Exalumnos y cada uno de los que
ingresaron al colegio, cada uno puso su sello personal en la construcción de lo
que conocimos como Colegio Internado Juan XXIII.
Que
se juzguen los delitos de todos, pero también que se juzguen los aciertos.
Macedonio Aranibar N
Cbba mayo de 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario