jueves, 22 de mayo de 2014

Facetas que NO se cuentan del Juancho







(Foto Macedonio Aranibar: Mural del comedor de los comunarios)
Liberar a la gran Bolivia o primero liberar nuestras conciencias
Si al mirar la obscuridad del pasado, no descubrimos la claridad del presente, quizá sea hora de quitarnos la venda de la inconsciencia.
 
Escribir hoy en día sobre el “Colegio Internado Juan XXIII”, razón social que tiene vigencia hasta hoy y, si no la tiene, quizá sea necesario la publicación de la nueva razón social en forma institucional.

El nombre “Colegio Internado Juan XXIII” tiene vigencia desde 1966, el nombre por lo general es usado para generar una identidad, el ejemplo más fehaciente de lo que menciono es el nombre que cada persona posee, nombre que es adquirido desde que nace; dicho nombre es el que da identidad, razón de ser a cada persona.

Todos los que pasamos por el Juan XXIII, sin importar que fuera solo un tiempo o muchos años, quedamos marcados por la esencia que el nombre otorgaba; el Juancho, hablar del Juancho implicaba hablar del Colegio Internado Juan XXIII, institución educativa bajo la modalidad Internado y la de tener principios religiosos.

Si del Juancho se trata, la identidad del Juancho no solo le dio el nombre, fue mucho más que ello, fue en sí toda la experiencia. Parte de esta experiencia fue tener a cargo personas visionarias (Directores) casi todos ellos Jesuitas, pero los que más marcaron fueron aquellos jesuitas que en su momento optaron por la teología de la liberación, también se tuvo sacerdotes neoliberales, lastimosamente esas gestiones son apenas recordadas o que simplemente no marcaron con una línea ideológica. A lo largo de la historia el aporte pedagógico, las experiencias como los campamentos, el trabajo, estudio y relaciones, las olimpiadas, los congresos, el servir a los demás, etc., etc., que hasta hoy en día se mantiene en vigencia fue dado por aquellos Directores que optaron por la teología de la liberación.

Considero que contar la historia de alguien o algo también es relatar sus fracasos y parte de la historia del Juan XXIII que NO se cuenta es, cómo algunos directores optaron por ir desmembrando al Juan XXIII, o quizá pueda verse desde otros ojos como “diversificando” al Juancho. Uno fue la creación de CEDESCO, hoy en día tiene total independencia del Juan XXIII, no aporta, se desvinculó por completo de la vida del Juancho, es más, en alguna parte de la historia de CEDESCO fue la manzana de la discordia entre los que trabajaban en ella como un botín de empleo; algunas personas hicieron de CEDESCO su forma de vida y olvidaron los móviles que generaron su creación, si se creó esta institución fue gracias a los proyectos elaborados para fortalecer al proyecto del colegio Internado Juan XXIII. El IDEC tuvo un final mucho peor, lastimosamente ante la poca creatividad de quienes estuvieron a cargo (incluido algunos exalumnos) este proyecto cerró y toda la inversión y trabajo de muchas personas se fue a datos históricos y nada más.

Si menciono estos aspectos son fundamentalmente, porque producto de dichos proyectos el internado fue sentenciado a desaparecer, además de ello existen varios de los exalumnos como los del IDEC que parecen ser excluidos por no ser parte del internado.

Entre las decepciones que experimentamos los que pasamos por el Juancho, también están el haber “perdido” toda la sección de Villa Granado, en forma nostálgica y equivocadamente acudimos a esta sección que ahora pertenece a Fe y Alegría, obviamente antes de ello, “los de turno” se encargaron de vender más del 60% de los terrenos y propiedades que habían en esos terrenos que en otrora fuera del Juancho, se vendió la Vaquería, el gallinero, la chanchería, el molino y la secadora de madera… así mismo se vendió todo el terreno de enfrente del colegio donde se encontraba la Metal mecánica, la carpintería y la panadería. Actualmente todos los que visitaron debieron observar que la sección de las granjas pertenece a Almanza y en el terreno de enfrente hay un condominio. Inicié este párrafo indicando que visitamos Villa Granado en forma nostálgica y equivocadamente pues lo que hacemos por lo general es pagar para que nos dejen visitar lo que hace no mucho fuera nuestro hogar.

Desde que los padres Jesuitas asumieron la dirección del Juancho, Fe y Alegría fue parte del colegio nominalmente, ya que nunca tuvo injerencia directa en cuestiones pedagógicas u otro ámbito, simplemente fue nominal. Parece ser que hasta hoy en día se mantiene esta figura. Es decir, Fe y Alegría no aportó en mucho y al parecer se queda con casi todo y no aporta hasta hoy en día en forma clara al Juancho.

Históricamente los alumnos del Juancho, se caracterizaban por tener una calidad formativa a la par o más alta de los mejores estudiantes de colegios del medio como el colegio San Agustín y a la par o mejor de cualquier otro colegio del país. Hoy en día ya no sucede este hecho, como Juancho se perdió la identidad de internado, “dejó de serlo”, perdió la identidad ideológica, perdió o quizá deba decir apenas mantiene la identidad pedagógica, perdió la sección de Villa Granado y todo lo que contenía y me parece que el Juancho no recibe nada a cambio de todo ello.

Recordar cincuenta años de historia (3 de marzo de 1964), debiera significar para todos los Juanchos EL RETO DE PROPONER EN FORMA SERIA Y CONJUNTA UNA ALTERNATIVA SOSTENIBLE DE RESCATAR LO QUE QUEDA DEL JUANCHO. También hay mucha historia sin contar de propuestas realizadas por exalumnos para asumir la conducción del Juancho, pero evidentemente no lo permitieron. EL PRETEXTO DE FESTEJAR ESTOS 50 AÑOS DE EXISTENCIA DEBIERA SERVIR PARA PROPONER ALGO Y NO SOLO SEA PARA MANTENER UN COLEGIO FISCAL SIMILAR A OTROS. NO TERMINEMOS FESTEJANDO UNA VICTORIA PÍRRICA DE LA VIDA DEL JUANCHO SOLO PORQUE AÚN EXISTE, ALGO.


Macedonio Aranibar Naval