(Foto Macedonio Aranibar: Mural del comedor de los comunarios)
Liberar a la gran Bolivia
o primero liberar nuestras conciencias
Si al mirar la obscuridad del pasado, no
descubrimos la claridad del presente, quizá sea hora de quitarnos la venda de
la inconsciencia.
Escribir hoy en día sobre
el “Colegio Internado Juan XXIII”, razón social que tiene vigencia hasta hoy y,
si no la tiene, quizá sea necesario la publicación de la nueva razón social en
forma institucional.
El nombre “Colegio
Internado Juan XXIII” tiene vigencia desde 1966, el nombre por lo general es
usado para generar una identidad, el ejemplo más fehaciente de lo que menciono
es el nombre que cada persona posee, nombre que es adquirido desde que nace;
dicho nombre es el que da identidad, razón de ser a cada persona.
Todos los que pasamos por
el Juan XXIII, sin importar que fuera solo un tiempo o muchos años, quedamos
marcados por la esencia que el nombre otorgaba; el Juancho, hablar del Juancho
implicaba hablar del Colegio Internado Juan XXIII, institución educativa bajo
la modalidad Internado y la de tener principios religiosos.
Si del Juancho se trata,
la identidad del Juancho no solo le dio el nombre, fue mucho más que ello, fue
en sí toda la experiencia. Parte de esta experiencia fue tener a cargo personas
visionarias (Directores) casi todos ellos Jesuitas, pero los que más marcaron
fueron aquellos jesuitas que en su momento optaron por la teología de la
liberación, también se tuvo sacerdotes neoliberales, lastimosamente esas
gestiones son apenas recordadas o que simplemente no marcaron con una línea
ideológica. A lo largo de la historia el aporte pedagógico, las experiencias
como los campamentos, el trabajo, estudio y relaciones, las olimpiadas, los
congresos, el servir a los demás, etc., etc., que hasta hoy en día se mantiene
en vigencia fue dado por aquellos Directores que optaron por la teología de la
liberación.
Considero que contar la
historia de alguien o algo también es relatar sus fracasos y parte de la
historia del Juan XXIII que NO se cuenta es, cómo algunos directores optaron
por ir desmembrando al Juan XXIII, o quizá pueda verse desde otros ojos como
“diversificando” al Juancho. Uno fue la creación de CEDESCO, hoy en día tiene
total independencia del Juan XXIII, no aporta, se desvinculó por completo de la
vida del Juancho, es más, en alguna parte de la historia de CEDESCO fue la
manzana de la discordia entre los que trabajaban en ella como un botín de
empleo; algunas personas hicieron de CEDESCO su forma de vida y olvidaron los
móviles que generaron su creación, si se creó esta institución fue gracias a
los proyectos elaborados para fortalecer al proyecto del colegio Internado Juan
XXIII. El IDEC tuvo un final mucho peor, lastimosamente ante la poca
creatividad de quienes estuvieron a cargo (incluido algunos exalumnos) este
proyecto cerró y toda la inversión y trabajo de muchas personas se fue a datos
históricos y nada más.
Si menciono estos
aspectos son fundamentalmente, porque producto de dichos proyectos el internado fue sentenciado a desaparecer, además de ello existen
varios de los exalumnos como los del IDEC que parecen ser excluidos por no ser
parte del internado.
Entre las decepciones que
experimentamos los que pasamos por el Juancho, también están el haber “perdido”
toda la sección de Villa Granado, en forma nostálgica y equivocadamente
acudimos a esta sección que ahora pertenece a Fe y Alegría, obviamente antes de
ello, “los de turno” se encargaron de vender más del 60% de los terrenos y
propiedades que habían en esos terrenos que en otrora fuera del Juancho, se
vendió la Vaquería, el gallinero, la chanchería, el molino y la secadora de
madera… así mismo se vendió todo el terreno de enfrente del colegio donde se
encontraba la Metal mecánica, la carpintería y la panadería. Actualmente todos
los que visitaron debieron observar que la sección de las granjas pertenece a Almanza y en el terreno de enfrente hay un condominio. Inicié este párrafo
indicando que visitamos Villa Granado en forma nostálgica y equivocadamente
pues lo que hacemos por lo general es pagar para que nos dejen visitar lo que hace
no mucho fuera nuestro hogar.
Desde que los padres
Jesuitas asumieron la dirección del Juancho, Fe y Alegría fue parte del colegio
nominalmente, ya que nunca tuvo injerencia directa en cuestiones pedagógicas u
otro ámbito, simplemente fue nominal. Parece ser que hasta hoy en día se
mantiene esta figura. Es decir, Fe y Alegría no aportó en mucho y al parecer se queda con casi todo y no
aporta hasta hoy en día en forma clara al Juancho.
Históricamente los
alumnos del Juancho, se caracterizaban por tener una calidad formativa a la par
o más alta de los mejores estudiantes de colegios del medio como el colegio San
Agustín y a la par o mejor de cualquier otro colegio del país. Hoy en día ya no
sucede este hecho, como Juancho se perdió la identidad de internado, “dejó de
serlo”, perdió la identidad ideológica, perdió o quizá deba decir apenas
mantiene la identidad pedagógica, perdió la sección de Villa Granado y todo lo
que contenía y me parece que el Juancho no recibe nada a cambio de todo ello.
Recordar cincuenta años
de historia (3 de marzo de 1964), debiera significar para todos los Juanchos EL
RETO DE PROPONER EN FORMA SERIA Y
CONJUNTA UNA ALTERNATIVA SOSTENIBLE DE RESCATAR LO QUE QUEDA DEL JUANCHO.
También hay mucha historia sin contar de propuestas realizadas por exalumnos para
asumir la conducción del Juancho, pero evidentemente no lo permitieron. EL
PRETEXTO DE FESTEJAR ESTOS 50 AÑOS DE EXISTENCIA DEBIERA SERVIR PARA PROPONER ALGO Y NO SOLO SEA
PARA MANTENER UN COLEGIO FISCAL SIMILAR A OTROS. NO TERMINEMOS
FESTEJANDO UNA VICTORIA PÍRRICA DE LA VIDA DEL JUANCHO SOLO PORQUE AÚN EXISTE,
ALGO.
Macedonio Aranibar Naval